65. Un Pueblo Mexico-Americano
14 de octubre de 2014 - Cuando una gran parte de México se hizo parte de los Estados Unidos en 1848, muchos de los mexicanos viviendo en el territorio afectado se mudaron más lejos al sur, de vuelta a México, porque no querían vivir en el país que los había invadido. !En ese entonces, el flujo de inmigración era al reverso!
El Presidente James Polk había provocado una guerra con México para expandir forzosamente el territorio norteamericano, argumentando que era el “destino manifiesto” de extenderse a través del continente. La Guerra México-Americana después fue llamada “una de las guerras más injustas que un país más fuerte hizo contra un país más débil”, por otro presidente estadounidense, Ulises S. Grant, que había servido en esa guerra cuando era un joven teniente en las Fuerzas Armadas. Pero sin embargo, en 1948, México perdió mitad de su territorio, y los Estados Unidos creció un tercio de su tamaño. Bajo el Tratado de Guadalupe Hidalgo, que por $15 millones acabó con la guerra que duró dos años, México fue obligado a abandonar su demanda de una porción disputada del actual estado de Texas y a los territorios completos de Nuevo México y California — que actualmente son California, Nevada, Utah - la mayoría de Arizona y partes de Colorado y Wyoming. "Fue un caso de una republica siguiendo el mal ejemplo de las monarquías europeas, al no considerar la justicia en su deseo de adquirir territorio adicional”, Grant escribió en sus memorias de 1885. Muchos mexicanos no querían ser americanos, y el gobierno mexicano en realidad alentó a sus antiguos ciudadanos de volver al país y establecer nuevas colonias al sur de la frontera de 1848. Ese mismo año, algunos mexicanos se mudaron al sur del pueblo de Doña Ana, que se había convertido parte del territorio norteamericano, y establecieron un nuevo pueblo mexicano llamado Mesilla, justo al sur de la frontera con Estados Unidos. "Mesilla quedaba justo adentro de territorio mexicano y le dio la bienvenida a los fieles ciudadanos del norte que no querían ser residentes de Estados Unidos”, informa el sitio web del Servicio de Parques Nacionales. Tanta gente se mudó de vuelta a México que para 1850, Mesilla era una prospera comunidad con una población de 3,000. Pero irónicamente, Mesilla se hizo parte de Estados Unidos, y sus residentes se volvieron de vuelta americanos. En 1953, después de animar a los mexicanos que volvieron a construir pueblos en su frontera norte, México vendió otra parte, 75,000 kilómetros cuadrados de lo que ahora es el suroeste de Nuevo México y el sur de Arizona, de su territorio norteño a los Estados Unidos por $10 millones. (A pesar de la idea equivocada que lleva a muchos americanos de hoy pensar que la mayoría de latinos son extranjeros, en el suroeste, muchos latinos afirman que sus ascendientes nunca vinieron a América, porque América vino a ellos. !Pero en ningún lugar esto es más evidente que en Mesilla, fundada por personas que vieron eso pasar dos veces!) El Presidente de México Antonio López de Santa Anna, que había vuelto al poder después de su derrota en la Revolución de Texas y no tenía ninguna afinidad por los mexicanos de la frontera norte, llegó al acuerdo con el embajador de Estados Unidos James Gadsden. Es conocido como la Compra Gadsden. Pero los residentes de Mesilla no estaban tan adversos a ser americanos como eran antes. Después de todo, algunos se sintieron traicionados por la venta Gadsden, y algunos habían sido cautivados por los americanos a medida que Mesilla comenzó a depender de la protección de las Fuerzas Armadas contra los ataques de Apaches. Alguna historia: Entre el Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848 y la Compra Gadsden en 1853, el área de Mesilla gradualmente se consideró tierra de nadie porque era reclamada por los Estados Unidos y por México. La disputa fue causada por un error en la delineación del limite internacional entre los países establecidos bajo Guadalupe Hidalgo. Pero fue exacerbado porque los Estados Unidos, en vez de México, había estado protegiendo a Mesilla de los ataques indígenas. En 1851, un poco al norte de Mesilla, los Estados Unidos había construido el legendario Fuerte Fillmore, principalmente para proteger colonos y comerciantes americanos viajando a California. Pero porque el fuerte también protegía todo el Valle de Mesilla, incluso al pueblo de Mesilla, los americanos querían el valle. La disputa sobre la tierra de nadie fue resuelta en 1853 por la Compra Gadsden y la bandera americana fue erigida sobre la Plaza Mesilla el 16 de noviembre 1854. Poco después, Mesilla se convirtió en un cruce de comercio internacional. Era una importante parada de las rutas de diligencias y correo dentro de los Estados Unidos y estaba en El Camino Real de Tierra Adentro, que conectaba a México con Nuevo México en un tiempo cuando nadie le preguntaba a los viajeros por documentos. Convirtiéndose en la sede del Condado Doña Ana en 1955, Mesilla floreció como un centro comercial y cultural. La Plaza de Mesilla, encabezada por la iglesia de San Albino, establecida en 1852, se volvió en el tipo de pueblo estereotipado en las películas del Viejo Oeste. Pero esto no era ficción. Mesilla era la cosa verdadera. Vio todo desde pistoleros hasta ataques de indios. Por un tiempo breve durante la Guerra Civil, Mesilla se transformó en la capital de la Confederación en el territorio de Arizona. Tropas de la Unión habían sido forzados a abandonar el Fuerte Fillmore, y soldados de la Confederación tomaron control de Mesilla desde 1861 a 1862, cuando las fuerzas de la Unión controlaron el pueblo de nuevo. Si hubo un Oeste Salvaje era este, aquí fue donde ocurrió. Mesilla se convirtió en un imán para personas buscando relajación y entretenimiento, atrayendo a gente del norte de México y del suroeste americano, pero también atrayendo a una porción equitativa de criminales y bandidos. Este es el lugar donde William Bonney (apodado Billy el Niño) fue juzgado y sentenciado a morir en la horca 1881, aunque después se escapó. Ese mismo año, sin embargo, otra cosa también ocurrió que sin querer ayudó que Mesilla conservar su estilo poblano del México del siglo 19. Eso fue cuando la compañía ferroviaria decidió circunvalar a Mesilla a favor de Las Cruces, solo a 6 kilómetros al noreste, cambiando el crecimiento urbano (y la sede del condado en 1885) a Las Cruces y permitiendo que Mesilla mantenga su gran patrimonio hispano. San Albino, reconstruido en 1906 y ahora una basílica, todavía preside sobre la Plaza Mesilla, que está bordada por edificios del siglo 19 que ahora son residencias, tiendas, galerías y restaurantes. Plaza Mesilla, testiga de la evolución del suroeste americano, fue designada como un Monumento Histórico Nacional en 1962. Cuando La Gran Gira por la Historia Hispanoamericana paró en Plaza Mesilla, como las diligencias del pasado, de repente entendí porque tanto pueblos en las películas del viejo oeste se parecen arquitectónicamente españolas y mexicanas. Con menos de 2,000 residentes, muchos de ellos descendientes directos de los primeros colonos de Mesilla, el pintoresco distrito histórico todavía mantiene “una diversa combinación de cultura y tradiciones indias, españolas, mexicanas y anglo-americanas”, señala el sitio del Servicio de Parques Nacionales. Yo digo que también demuestra el legado que dejaron aquellas personas que se hicieron americanos cuando Norteamérica les vino a ellos, sirviendo como una lección de historia para americanos que piensan que la mayoría de hispanos son extranjeros. La próxima semana, mientras La Gran Gira por la Historia Hispanoamericana continua avanzando hacia el oeste por la frontera de México y Estados Unidos, vamos a tomar el camino de otros colonos hispanos que aventuraron mucho más al norte y descubrieron “el hoyo mas grande del mundo”. Otro Mes de la Herencia Hispana puede estar terminando, pero todavía hay mucho más territorio por descubrir. Traducido al español por Susana Hayward |
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