47. Mi Peregrinaje a San Xavier
10 de junio de 2014 - Al entrar, te sientes como si estuvieras volviendo al pasado y aterrizando abruptamente en la Europa del Siglo 18. Unos minutos antes, estabas manejando a través del desierto de Arizona, pero de repente estas rodeado de docenas de santos y ángeles. Se siente como un sueño maravilloso, como si hubieras atravesado las puertas del cielo.
Estas en la iglesia de la Misión San Xavier del Bac en el sur de Arizona — y no puedes creer tus ojos. Estas rodeado por tantas estatuas de madera, y están tan bien talladas y hermosamente pintadas que necesitas unos minutos solo para quedarte parado en reverencia. Sin importar tu religión, sabes que estas en un lugar especial. Pero si eres Católico, sientes la fe en tu alma. Y si eres hispano, sientes tus raíces hispanas dándote un inmenso orgullo. Fundada como una misión Católica por el misionario Jesuita y explorador Padre Eusebio Kino en 1692, San Xavier del Bac es parte de la reservación nativa americana de Tohono O'odham y todavía sirve a los descendientes de los indígenas que con Kino se convirtieron al catolicismo hace más de tres siglos. También son conocidos como los Indios Papago, que es lo como los misionaros españoles los llamaron. Pero ellos prefieren Tohono O'odham, que significa, “Gente del desierto”. Y su idioma “del Bac" significa “Punto de Agua”. Principalmente en el desierto Sonora y abarcando partes de los condados Pima, Pinal y Maricopa en el sur de Arizona, la Nación Tohono O'odham es la tercera más grande reservación del país — en territorio que una vez fue parte de Nueva España y México. Construcción en la actual iglesia, construida por padres franciscanos españoles y nativo americanos, comenzó en 1783 y fue terminada en 1797 — ¡14 años! Quizás el mejor ejemplo de una misión construida en los Estados Unidos, se cree que San Xavier es una combinación de arquitectura Morisca, Bizantina y de fines del Renacimiento de México. Es verdaderamente unos de los pocos lugares en los Estados Unidos donde se vuelve al pasado al entrar un espacio auténticamente del Siglo 18 ´Y como se siente al entrar! Cuando recién llegué una atardecer en el verano de 2012, la iglesia ya estaba cerrada. Había manejado a través de Arizona para verla, y sabía que iba a tener que volver la siguiente mañana. Pero después de registrarme en un hotel a pocos kilómetros del sur de Tucson, todavía había luz, y fui a buscar a San Xavier de cualquier modo — solo para conocer la ruta el próximo día. De repente, ni bien volví a la carretera ¡Voila! — Podía ver la Iglesia desde kilómetros atrás, y entendí como consiguió su apodo “La Paloma Blanca del Desierto”. Fue un momento espiritual, unos de esos que quedan grabados en la mente por la eternidad. Estaba solo, en el día después de mi cumpleaños 62, y al llegar a San Xavier, el sol estaba comenzando a ponerse sobre el horizonte del desierto, y el cielo estaba cambiando a mi color favorito — naranja. Mientras corría para sacar fotos de San Xavier porque todavía había luz, vi una pequeña capilla al lado de la iglesia, creando las más bella silueta que jamás había visto. Con el sol atrás de la capilla, tenía apenas unos segundos para tomar fotos. "Wow," me dije a mi mismo al mirar las fotos en el monitor de la camera. “´Puedo compartir este momento con todo el mundo!” Una de esas majestuosas fotos es la portada de HiddenHispanicHeritage.com, mi sitio web que tiene todas mis 47 columnas de historia hispana, incluso esta. Pero a pesar de lo bueno que estas fotos son y después de pasar el día anterior sacando fotos del Gran Cañón desde un helicóptero, era imposible anticipar las maravillosa fotos que me esperaban cuando entré a San Xavier la próxima mañana. Cuando las puertas de la iglesia se abrieron, poco después de la Misa de las 8 a.m., pude tomar cientos de hermosas fotos. Y cuando la Misa comenzó, sentí aun más bellas emociones. “Todos deberían tomar un momento para reflexionar sobre la necesidad de Dios en nuestras vidas”, dijo el Rvdo. Thomas Frost, y, para mi, dentro de esa iglesia, sus palabras fueron una epifanía. Nunca me sentí más satisfecho que ese día, en esa iglesia, durante esa Misa. "Más personas deberían conocer este lugar”, dijo Frost, que gentilmente se sentó conmigo a platicar después de la Misa. El mencionó que aunque “muchos hispanos vienen de todo el país para identificarse con nuestra iglesia … más personas deberían estar conscientes del patrimonio hispano que está aquí”. De hecho, la iglesia se ha convertido en un sitio de peregrinación para muchas personas de todo el suroeste que van ahí para cumplir una promesa para el santo patrón de la misión, San Francisco Xavier, otro misionero que fue uno de los fundadores de la orden Jesuita. Fue ahí donde conocí a Martin DeSoto, un voluntario de la iglesia que me enseñó toda el área y mucha historia. Y ahí fue donde cometí el tonto error de preguntarle si sus tatarabuelos inmigraron a Estados Unidos de México. “Nooo,” respondió DeSoto. “´Cuando mis tatara-tatara abuelos vivían aquí, esto ERA México”! Fue ahí donde conocí al gran historiados Bernard (Bunny) Fontana, que ha escrito varios libros sobre la historia del sur de Arizona, de hispanos y de la misión San Xavier, y me dio una lección privada de historia en la sala de su casa, explicando que — a diferencia del resto de Arizona y la nación — en el sur de Arizona, “hay una consciencia más grande del hecho que tenemos una historia hispana”. Una tras otra, estaba conociendo a personas que reafirmaban mi propia misión de exponer nuestras ocultas raíces hispanas. "™Piensas que podemos meter otro santo más aquí”? preguntó Frost, soltando una risa. Y sentados ahí contemplando la belleza de la iglesia — con sus paredes casi completamente cubiertas de cientos de santos y ángeles — mi propia cruzada, pasión y compromiso de exponer el escondido patrimonio hispano fue reafirmado. Fue ahí donde comencé a planear mi vuelta a San Xavier y a docenas de otros hitos emblemáticos de la cultura hispana que “más gente debería conocer”. Fue ahí donde decidí buscar un sabático de mi posición como profesor y viajar a través del país y continuar buscando nuestra oculta herencia hispana. Mi viaje comienza la próxima semana. Hay muchos lugares que planeó visitar. Les cuento mucho más en mi próxima columna. Pero voy hacia el oeste hasta ver la “La Paloma Blanca del Desierto” otra vez. Necesito recargar mis pilas étnicas. Traducido al español por Susana Hayward |
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